Como parte del peregrinaje de servicios, Victorina y yo hemos tenido la suerte de entrar a la cuna de México, al olvidado Aztlán, lugar desde donde los Chichimecas partieron para llegar a
Tenochtitlán. Dormimos unas noches en los cráteres de las 7 Luminarias y una noche en el Cerro de Culiacán, Guanajuato.
Fuimos bendecidos por señales de los hermanos de las estrellas así como una bienvenida que cambió nuestras vidas y nos hizo más crédulos y amables: Sí, existe un mundo dentro de la tierra, y los
maestros ahí tienen la gracia, el amor y la comprensión de Jesús. Dejen la rutina por favor, abren su corazón y viajen. México tiene tanto que contarte, los maestros se esconden en las personas
más humildes. Peregrinan por la vida y suben la frecuencia para cocrear un mundo mejor. ¡Ánimo y éxito! Aho.
... abrazos, Pascal y Victorina
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